¿Qué pueden hacer las comunidades y los individuos contra el acoso?
diciembre 20 2017
El problema del acoso escolar ha sido abordado por la legislatura – pero cuando se trata de garantizar la seguridad de los escolares, los individuos pueden tener más poder que el gobierno
Esta es la segunda parte de una serie de dos artículos que exploran la relación entre los tiroteos escolares y el acoso escolar.
Para leer la primera parte, haz clic aquí.
En nuestro último post, inspirado por los desgarradores sucesos acaecidos el 7 de noviembre en Aztec, M.A., nos propusimos explorar la relación entre los sucesos recurrentes de tiroteos masivos en escuelas de EE.UU. Desde entonces, ha surgido nueva información sobre el tirador del instituto Aztec.
Ahora se sabe que el asesino fue identificado como un Un hombre de 21 años llamado William Atchison y que asistió a la Escuela Secundaria Azteca pero no se graduó, ya que se mudó antes de su último año.
Aún no se han revelado sus motivos, pero los informes sugieren que podría haber estado planeando un tiroteo masivo durante mucho tiempo.
En el último post, presentamos datos que demostraban que el acoso escolar es un problema generalizado pero poco denunciado.
Este post explorará las medidas que se han tomado a nivel legislativo para abordar el problema.
También investigaremos la eficacia de estos esfuerzos y qué pueden hacer los individuos -como padres y educadores- para ayudar a garantizar la seguridad y el bienestar de los escolares.
Esfuerzos legislativos contra el acoso escolar
¿Qué medidas han tomado los legisladores para proteger a los escolares del acoso escolar?
En abril de 2015, los cincuenta estados de EE.UU. habían aprobado algún tipo de legislación contra el acoso escolar.
Este tipo de leyes y normativas suelen hacer obligatorio que todos los centros de enseñanza primaria y secundaria de un determinado estado cuenten con algún tipo de política antiacoso.
Por ejemplo, la legislación adoptada por el estado de Nuevo México exige que todos los consejos escolares adopten políticas y programas que aborden el acoso y el ciberacoso.
Dichas políticas deben incluir definiciones claras de ambas formas de acoso y su prohibición estricta y absoluta.
También deben contemplar, entre otras cosas, procedimientos de denuncia, investigación y acciones punitivas contra el acoso y el ciberacoso.
La legislación también estipula que todos los empleados escolares autorizados deben completar una formación sobre cómo reconocer y contrarrestar el acoso y el ciberacoso.
Aunque este tipo de legislación es bienvenida y necesaria, en su estado actual puede ser insuficiente para abordar eficazmente el problema.
El sitio Servicios Nacionales de Seguridad Escolar advierten de que «la legislación contra el acoso, que suele ser un mandato sin financiación que exige a las escuelas políticas contra el acoso pero no proporciona recursos económicos para mejorar el clima y la seguridad escolares, ofrece más propaganda política que sustancia para ayudar a los administradores escolares a abordar el problema».
Además, Ross Ellis, fundador y director general de la organización STOMP Out Bullying y experto nacional en prevención del acoso y el ciberacoso, señala que muy pocas de las leyes contra el acoso incluyen disposiciones sobre sanciones penales contra el acosador.
¿Qué pueden hacer los padres y los profesores?
De momento, los padres y los educadores son los que realmente tienen que situarse en primera línea de la guerra contra el acoso escolar.
Y como las víctimas suelen sufrir en silencio, Ellis subraya la importancia de una comunicación adecuada en el hogar y en la escuela.
Por ejemplo, en lugar de interrogar, los padres deben asegurar a sus hijos su amor y dejarles claro que si alguna vez sufren acoso, o son testigos de cómo se victimiza a otro alumno, deben acudir a hablar con los padres en cualquier momento.
Los profesores, por su parte, deben estar atentos y no mostrarse nunca reacios a intervenir.
Ambas partes también deberían ser capaces de detectar cualquier indicio de que un niño pueda sufrir algún tipo de acoso.
La siguiente lista presenta algunos de los indicadores más comunes de que un niño puede sufrir acoso o ciberacoso, según el sitio web stopbullying.gov:
- Lesiones inexplicables
- Pérdida o destrucción de ropa, libros, aparatos electrónicos o joyas
- Dolores de cabeza o de estómago frecuentes, sentirse enfermo o fingir una enfermedad
- Cambios en los hábitos alimentarios, como saltarse comidas repentinamente o darse atracones.
Los niños pueden volver del colegio con hambre porque no han almorzado. - Dificultad para dormir o pesadillas frecuentes
- Disminución de las notas, pérdida de interés por las tareas escolares o no querer ir a la escuela
- Pérdida repentina de amigos o evitación de situaciones sociales
- Sentimiento de impotencia o disminución de la autoestima
- Comportamientos autodestructivos como huir de casa, hacerse daño o hablar de suicidio
Posibles acciones legales contra los acosadores
Es importante reconocer que, aunque todos los estados han adoptado legislación contra el acoso, el acoso no es ilegal en el sentido estricto de la palabra.
Por tanto, no se pueden presentar cargos penales contra un acosador.
Sin embargo, existen algunas opciones legales que los padres pueden decidir explorar y tomar si su hijo ha sufrido daños físicos o psicológicos como consecuencia del acoso.
Puede interponerse una demanda civil tanto contra el acosador como contra el distrito escolar.
Por ejemplo, los padres pueden afirmar que la escuela ha sido negligente en el cumplimiento de su deber de proporcionar un entorno seguro y prevenir el acoso.
Sin embargo, como las acciones legales contra entidades gubernamentales suelen ser complicadas, será absolutamente necesaria la ayuda y el asesoramiento de un abogado con experiencia en casos similares.
Queda por descubrir si el acoso escolar fue uno de los factores subyacentes implicados en el tiroteo que tuvo lugar en Aztec.
Ahora mismo, tan importante como encontrar respuestas a las preguntas sobre las causas y los motivos, es que la comunidad se una, se apoye mutuamente y sane.
Para el resto de Nuevo México, es el momento de reflexionar sobre si, como sociedad, hacemos todo lo posible para evitar que vuelvan a ocurrir tragedias como ésta.